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4/29/2016

Poetas argentinos: Leonidas Lamborghini


Leónidas Lamborghini (Buenos Aires 1927-2009) Luego de abandonar la Universidad trabajó como tejedor y a partir de 1956 se dedicó intensamente al periodismo y a la poesía
Su obra se inicia en 1955 con una plaqueta, El saboteador arrepentido, y prosigue con El solicitante descolocado, Odiseo confinado y El jardín de los poetas (1999). Un amor como pocos (1993) (novela) 
Por el conjunto de su obra recibió el premio Leopoldo Marechal en 1991 y por Odiseo confinado el premio Boris Vian en 1992. Entre 1977 y 1990 estuvo exiliado en México.

4/08/2016

"Los días y las noches tejen años" William Faulkner EEUU (1897-1962)

Los días y las noches tejen años

Una red con la que me ciegan y confunden.

Sin embargo, expuesto al mundo
que me circunda, mi corazón anhela
cosas que sé, pero que no puedo conocer,
diseminadas entre el cielo y la tierra.
Todo el día veo verterse a la luz
del sol, y expulsar al frío
que la noche ha depositado entre estos muros,
pliegue sobre pliegue, hasta que ya no cabe
más. Con los ojos entrecerrados, veo
a la paz y la quietud cubrir,
como un fluido, los muros, e infundirles
calor, y al silencio empaparlos.
No saben, ni les preocupa saber,
por qué suspiran las aguas vespertinas,
por qué giran las estrellas en torno
a la del Norte, y resplandecen y se hielan y se consumen,
ni por qué las estaciones, encaminadas hacia la primavera,
repican las campanas de la vida.
No les aflige no poder hablar,
porque eso no los convertiría en dioses.
… Me impregna el sol, hasta que soy
todo sol, y, líquido,
abandono mi pedestal y fluyo,
en calma, por las hileras de flores,
respirando su aliento fragante
y el de la tierra subyacente.
Ahora puede pasar el tiempo, sin que repare en él:
yo soy la vida que da calor a la hierba.
¿O es la tierra la que me da calor a mí? No lo
sé, ni me preocupa saberlo.
Soy uno con las flores,
ahora que se han roto mis cadenas.
En la tierra dormiré,
para no despertarme nunca, ni llorar
por cosas que sé, pero que no puedo conocer,
diseminadas entre el cielo y la tierra,
porque los ojos comprensivos de Pan
me bendicen desde el cielo,
y me ofrecen -a mí, sabedor de su pena-
el don del sueño, y un mañana.

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