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7/27/2016

Sylvia Plath (EEUU 1932-1963) 3 poemas

sp1. CONVERSACIÓN ENTRE LAS RUINAS
Cruzando el pórtico de mi elegante casa, entras majestuoso,
Con tus salvajes furias, desordenando las guirnaldas de fruta
Y los fabulosos laúdes y pavones, rasgando la red
De todo el decoro que refrena el torbellino.
Ahora, el lujoso orden de los muros se ha desmoronado; los grajos graznan
Sobre la espantosa ruina; bajo la luz desoladora
De tu mirada tormentosa, la magia huye volando como una bruja
Acobardada, abandonando el castillo cuando los días reales amanecen.
Unos pilares resquebrajados enmarcan este paisaje de rocas;
Mientras tú te yergues heroico, con chaqueta y corbata, y yo permanezco
Sentada tranquilamente, con una túnica griega y un moño a lo Psique,
Enraizada en tu negra mirada, la obra se vuelve trágica:
Después de la plaga que ha asolado nuestra heredad,
¿Qué ceremonia de palabras puede enmendar todo este estrago?

2. PAISAJE INVERNAL, CON GRAJOS
El agua del molino, conducida por un caz de piedra,
se abisma de cabeza en ese estanque negro
donde un único cisne, absurdo e impropio de esta época,
flota casto como la nieve, burlándose de la mente nublada
que ansia arrastrar al fondo su blanco reflejo.
El sol austero, un ojo de cíclope anaranjado,
desciende sobre el pantano, sin dignarse a seguir
mirando este paisaje penoso; imaginándome cubierta
de plumas negras, avanzo al acecho, como una graja
siniestra, meditabunda, mientras cae la noche invernal.
Los juncos del verano pasado están grabados en hielo,
como tu imagen en mi mirada; la escarcha seca vidria
la ventana de mi herida. ¿Qué alivio puede extraerse de una roca
para conseguir que un corazón asolado reverdezca?
¿Quién más se adentraría en este lugar sombrío y estéril?

3. PERSECUCIÓN
Dans le fond des forêts votre image me suit.
                                                                   RACINE

Una pantera macho me ronda, me persigue:
Un día de éstos al fin me matará.
Su avidez ha encendido los bosques,
Su incesante merodeo es más altivo que el sol.
Más suave, más delicado se desliza su paso,
Avanzando, avanzando siempre a mis espaldas.
Desde la esquelética cicuta, los grajos graznan estrago:
La caza ha comenzado; la trampa, funcionado.
Arañada por las espinas, ojerosa y exhausta,
Atravieso penosamente las rocas, el blanco y ardiente
Mediodía. En la roja red de sus venas,
¿Qué clase de fuego fluye, qué clase de sed despierta?
La pantera, insaciable, escudriña la tierra
Condenada por nuestro ancestral delito,
Gimiendo: sangre, dejad que corra la sangre.
La carne ha de saciar la herida abierta de su boca.
Afilados, los desgarradores dientes; suave
La quemante furia de su pelaje; sus besos agostan,
Dan sed; cada una de sus zarpas es una zarza;
El hado funesto consuma ese apetito.
En la estela de este felino feroz,
Ardiendo como antorchas para su dicha,
Carbonizadas y destrozadas, yacen las mujeres,
Convertidas en la carnaza de su cuerpo voraz.
Ahora las colinas incuban, engendran una sombra
De amenaza. La medianoche ensombrece el tórrido soto;
El negro depredador, impulsado por el amor
A las gráciles piernas, prosigue a mi ritmo.
Tras los enmarañados matorrales de mis ojos
Acecha el ágil; en la emboscada de los sueños,
Brillan esas garras que rasgan la carne,
Y, hambrientos, hambrientos, esos muslos recios.
Su ardor me engatusa, prende los árboles,
Y yo huyo corriendo con la piel en llamas.
¿Qué bonanza, qué frescor puede envolverme
Cuando el hierro candente de su mirada me marca?
Yo le arrojo mi corazón para detener su avance,
Para apagar su sed malgasto mi sangre, porque
Él lo devora todo y, en su ansia, continúa buscando comida,
Exigiendo un sacrificio absoluto. Su voz
Me acecha, me embruja, me induce al trance,
El bosque destripado se derrumba hecho cenizas;
Aterrada por un anhelo secreto, esquivo
Corriendo el asalto de su radiación.
Tras entrar en la torre de mis temores,
Cierro las puertas a esa oscura culpa,
Las atranco, una tras otra las atranco.
Mi pulso se acelera, la sangre retumba en mis oídos:
Las pisadas de la pantera lamen los peldaños,
Subiendo, subiendo las escaleras.

7/25/2016

2 poemas de H P Lovercraft



Azathoth

El demonio me arrastró por el vacío sin sentido.
Más allá de los brillantes enjambres del espacio dimensional,
Hasta que no se extendió ante mí ni tiempo ni materia
Sino sólo el Caos, sin forma ni lugar.
Allí el inmenso Señor de Todo murmuraba en la oscuridad
Cosas que había soñado pero que no podía entender,
Mientras a su lado murciélagos informes se agitaban y revoloteaban
En vórtices idiotas atravesados por haces de luz.
Bailaban locamente al tenue compás gimiente
De una flauta cascada que sostenía una zarpa monstruosa,
De donde brotaban las ondas sin objeto que al mezclarse al azar
Dictan a cada frágil cosmos su ley eterna.
-Yo soy Su mensajero-, dijo el demonio,
Mientras golpeaba con desprecio la cabeza de su Amo.




Nyarlathotep

Y vino del interior de Egipto.

El extraño Oscuro ante el que se inclinaban los fellás; silencioso, descarnado, enigmáticamente altivo, envuelto en sedas rojas como las llamas del sol poniente.

A su alrededor se congregaban las masas, ansiosas de sus órdenes, Pero al retirarse no podían repetir lo que habían oido; mientras la pavorosa noticia corría entre las naciones: las bestias salvajes le seguían lamiéndole las manos.

Pronto comenzó en el mar un nacimiento pernicioso; tierras olvidadas con agujas de oro cubiertas de algas; se abrió el suelo y auroras furiosas se abatieron sobre las estremecidas ciudadelas de los hombres.

Entonces, aplastando lo que había moldeado por juego, El Caos idiota barrió el polvo de la Tierra.

7/17/2016

Jack Kerouac

Un juego de palabras para Al Gelpi

Jesús se volvió loco un día
         ante un albaricoquero.
Dijo: "Pedro, tú
         el de la Santa Visión,
Ve y mira si el árbol está en sazón",
         "El árbol todavía no está en sazón",
         informó Pedro la Piedra.
"Entonces, ¡que se seque!"
Jesús quería un albaricoque.
Por la mañana, el árbol
         se había secado,
Como la oreja en la agonía
         del huerto,
Cortada por la espada.
         Torpe.
         ¿Qué significa esta parábola?
Todos
         ven mejor.
De hecho estás sorbiendo
Cuando tu vaso
         está siempre vacío.

7/07/2016

Olga Orozco, Toay, La Pampa, 1920-1999

¿La prueba es el silencio?

Con un costado vuelto hacia este mundo,
solamente un costado, expuesto día y noche a la depredación y a las mareas,
y el resto sumergido no sé dónde, a tientas y a temblor,
espero desde tu sombra en blanco una señal.
He oído el confuso parloteo de bocas invisibles en el bosque nocturno,
y hay alguien que me sigue paso a paso
y es puro resplandor y es sólo ráfaga cuando yo lo persigo;
a veces una lágrima cae sobre mi mano,
helada, desde nadie,
lo mismo que la llama del aliento que de repente corre por mi cara.
Pero ésas no son pruebas.
Ni siquiera evidencias de que los muertos vuelvan.
¿No son más bien los vínculos que fragua la nostalgia,
así como la oscuridad convoca siempre un campo de amapolas detrás de la pared
y cada luna llena busca por los canales los espejos trizados del amor?
¿Y ahora por qué vienen estas frases arrancadas de cuajo
y todos estos cielos desfondados y rotos?
Yo no te reclamaba emanaciones de las dichas perdidas,
fantasmas que se rehacen a partir de un perfume, a partir de un sollozo,
y que son los fantasmas de mi negación.
Pero desde el costado que se desprende y huye con su bolsa de huesos
hasta el otro, el oculto, el increíble,
el que acaso aletea contra la semejanza en medio de la mayor oscuridad,
yo te pido un milagro, tan leve,
tan fugaz como el humo que un sueño deposita debajo de la almohada.
No, yo no necesito un testimonio de tu exacta, entreabierta existencia,
sino una prueba apenas de la mía.
Ah, Señor, tu silencio me aturde igual que la corneta del cazador perdido entre las nubes.
¿O estará en el castigo, en el Jordán amargo que pasa por mi boca,
tu respuesta,
la voz con que me nombras?

Olga Orozco, Toay, La Pampa, 1920-1999
de Con esta boca, en este mundo, 1994, en Olga Orozco, Obra Completa, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2012

7/03/2016

TESTAMENTO OLÓGRAFO - Miguel Ángel Federik

TESTAMENTO OLÓGRAFO
No es pan la luz, sino frescura que se agota
con su último cansancio,
como esta ráfaga ligera en la penumbra de la casa,
donde somos arcilla, peones y pesadumbre
de los astros, y donde hemos aprendido, mujer,
a costa de nuestros muertos,
que todo tiene un terminarse en paz como esta tarde,
una súbita conciencia de órbita salada,
que ya mira desde lejos y para siempre
la perfecta lisura del horizonte y sus árboles.
Y será un día la hora de partirlo todo.
Pujarán contra el silencio
para hacerme más tenue y más liviano,
como potrillos que ateridos se fugaran
ante las incesantes cenizas de la luna. Disputarán las ganadas razones de mi peso
y me devolverán, devotamente las raciones de olvido,
que sin duda yo también sin quererlo, les he dado;
porque todo tiene un terminarse en paz
como esta tarde,
un equilibrio sagaz para el último instante,
una lucidez animal que halla estrellas
desprendidas y volantes por el aire.
Dejo a Lucía de los Ángeles las campanas de Singapur
y la exacta mitad de mis poemas.
A Juan Pablo mi silla, mis perfumes y las llaves,
las del cielo, las del infierno y la que abre la decisión de
elegirlas
que siempre estuvo en mis actos.
Y a María Victoria, mis bufandas y mis ojos
para que alumbren de mí, mi cesantía
del gozo que les queda por delante.
Y a vos nada. Prefiero
seguir debiéndote lo que me llevo:
el botín de tu caricia y tu condición de lámpara.
Y a los cuatro, el corazón que fue mío en condominio,
como un trébol feliz, fecundo y calmo.
(de Fuegos de bien amar)

Miguel Angel Federik

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