UN
PRIMER BEST SELLER ARGENTINO
EMMA DE LA BARRA
1905. Sobre las calles
empedradas de la ciudad de Buenos Aires circulan los vendedores ambulantes
gritando su mercancía y la policía montada se pasea haciendo su guardia. En los
carruajes damas y caballeros distinguidos pasan haciendo sonar los cascos de los
caballos de tiro.
A la hora
del paseo por los bosques de Palermo las bellísimas niñas y señoras porteñas
suben a sus coches vestidas con sus mejores trajes confeccionados a la moda de
París y los caballeros discuten acalorados de política aunque luego se
manipulen los votos. Dos de cada tres habitantes de la ciudad son inmigrantes
recién llegados “para hacer la
América ” y despreciados por los criollos. Manuel Quintana es
el presidente.
Es el momento en que aparece“Stella”, una novela de tono rosa y contenidos
románticos que sigue los cánones literarios de la época, sin mención de autor y
se convierte rápidamente en un éxito. Su primera edición se agota en tres días
y deben
hacerse nuevas ediciones (en total serán nueve), esta vez bajo el seudónimo de
César Duayen. Tal es el éxito que un librero de la calle Florida debe
emplear una persona para que se dedique con exclusividad a la venta del libro. El doctor y escritor Bartolomé Mitre adquiere diez
ejemplares.
En ese entonces el
periodista Julio Llanos organiza un concurso que premiará a quien devele
la verdadera identidad de César Duayen.
Un colega de “El Diario”,
Manuel Láinez, responde a esta incógnita: "Corresponde a una bellísima
dama, la señora Emma de la Barra ".
Hoy todos nosotros sabemos qué
es un best-seller, pero ¿lo sabían entonces los habitantes de Buenos Aires?
La obra, fue traducida a varios idiomas y prologada por Edmundo de
Amicis, hasta 1932 “Stella” vende en el país y en el exterior
300.000 ejemplares, a los que habría que sumar las ventas posteriores, ya que
hasta la década del 40 sigue editándose con regularidad, sin olvidar que en la
actualidad hubo una nueva reedición hecha por la editorial Buena Vista en 2011.
Narradora, traductora, colaboradora en revistas de su época, Emma de la Barra nació en Rosario en 1861, en la época
de Nicolás Avellaneda, y falleció en Buenos Aires el 5 de abril de 1947.
Criada
en el seno del matrimonio formado por Federico de la Barra , un reputado político
y periodista, miembro del Congreso de la Confederación Argentina ,
y Emilia González Funes, procedente de la alta sociedad cordobesa, su padre
solía organizar en su propia residencia de Rosario, animadas tertulias en las
que participaban los personajes eminentes de la época.
Influida
por el medio, la pequeña Emma se interesó por el Arte y comenzó a estudiar
música y pintura, actividades en las que continuó demostrando su talento
cuando, aún en plena infancia, se trasladó con toda su familia a Buenos Aires
donde amplió sus conocimientos en otras materias por medio de la enseñanza de preceptores
particulares.
Siendo
adolescente, comienza a asistir a reuniones literarias pero también a mitines
obreros. Igual, como a todas las de su clase, la casan con el hermano de su
padre, Juan de la Barra ,
quien la dobla en edad y la redobla en fortuna pero la apoya en cualquiera de
sus tareas. Emma prosigue con sus actividades
socio-culturales y ofrece conciertos de piano y canto. Durante esos días es
cuando descubre su vocación de escritora.
De la
Barra fue celebrada por diversos autores de la época,
como Gabriela Mistral, quien le dedica el
poema “La oración de la maestra”. Fundadora y presidenta de la Sociedad Musical
Santa Cecilia, de la primera Escuela Profesional de Mujeres, cofundadora junto
a Elisa Funes de Juarez Celman de la Cruz Roja Argentina, ya viuda es mujer de empresa y dueña de una muy
considerable fortuna que resuelve invertir en la fundación de una ciudadela en
el centro de la localidad de Tolosa, próxima a la ciudad capital de La Plata , aún en proyecto
fundacional. Serían 216 casas de techo bajo, tres habitaciones, un patio en
común con aljibe de estilo colonial. El drama para la fundadora fue que el
doctor Dardo Rocha en 1882 se le
adelanta con la fundación de la ciudad de La Plata y el ingeniero Otto Krause apresura el
evento de unos palacios y parques deslumbrantes, y “las mil casas” como ella
las llamaba, estaban aún a medio construir. Cuando el pelotón de inmigrantes
llegó para trabajar en las edificaciones platenses, se desparraman en
conventillos y sitios vecinos al centro, que era su lugar de trabajo. En 1887
cuando se terminan, las casitas son alquiladas a obreros del Molino La Rosa. Con el tiempo, por
falta de mantenimiento, el viento se las llevó dejando ahí un tugurio de okupas
y a Emma en la ruina. En ese tiempo contrae enlace con el periodista Julio
Llanos.
Llegada la
Primera Guerra Mundial, Llanos ocupó su pluma haciendo
crónicas desde Europa para el diario La Nación , aunque se comentaba que no siempre
estaban escritas por él; Emma, firmando directamente “Julio Llanos” solía
hacerse cargo de los textos.
Por entonces la casa editorial barcelonesa Maucci, que había
publicado “Stella”, le adelantó a su autora $ 6.000 por una primera
tirada de 5.000 ejemplares de su siguiente novela “Mecha Iturbe”, un caso sin precedentes en nuestra literatura, no
sólo porque lo máximo que se había pagado antes a un escritor fueron $2.000 a
Florencio Sánchez, sino por el cuantiosos número de ejemplares de la tirada.
En 1943 se realiza la película basada en “Stella”, con dirección
de Benito Perojo y guión de Ulyses Petit de Murat, el filme llegó a la fama de la
pantalla grande nada menos que protagonizada por la célebre actriz Zully
Moreno.
“La
trayectoria de Emma de la Barra
es significativa para nuestra historia literaria, no sólo porque escribió un
libro con valores destacables, sino porque consiguió subyugar a un público
amplio y exigente. El hecho de ser mujer agrega al fenómeno producido con
“Stella” un ingrediente sugestivo, dadas las luchas que en aquel tiempo
comenzaban a liberarse en pos de los derechos civiles y políticos” Sosa de Newton,
Lily, Stella, César Duayen, un best-seller de 1905
¿Cuáles son las cualidades que
produjeron el triunfo rotundo de “Stella”, que según lo define la propia autora
fue escrita con el fin de presentar una típica familia porteña aristocrática de
sus días?
Al iniciarse el siglo hay en
Buenos Aires tres clases sociales netamente definidas: en la base de la
pirámide está la clase baja compuesta por obreros, proletarios, vendedores
callejeros, pequeños comerciantes, organilleros; el viejo pueblo criollo al que
se ha sumado una nueva oleada de inmigrantes
malviviendo en los conventillos del Centro y las casas de chapa de la Boca. Un poco por encima
surge la reciente clase media nacida de la clase baja, que ha ascendido gracias
a la escuela pública, llegando muchos de sus integrantes a obtener títulos
universitarios. Pero hay un tercer estrato que ocupa la parte más alta,
elitista, cerrado a las clases anteriores, que habita las grandes mansiones de
Buenos Aires y está compuesto por estancieros y terratenientes. Son los
abonados a la Ópera y más tarde al teatro Colón, concurrentes asiduos del
Jockey Club, el Club del Progreso y el Círculo de Armas, los que aparecen en
las crónicas sociales de los diarios. Ésta es la clase a la que pertenece Emma
de la Barra y
la que ella retrata en su novela anticipándose en el tiempo a la temática del
escritor Manuel Mujica Lainez, su propia clase social observada y diseccionada
empleando un realismo suavizado en los elementos “feos” que se destiñen dentro de un marco lujoso donde
afloran las pasiones y la hipocresía. Y esa tercera clase corre a comprar la
novela que la retrata mientras la clase media lo hace para fisgonear un
ambiente al que desearía pertenecer.
“Stella” no es novela definitivamente realista. No tiene ningún
parentesco con el realismo galdosiano o zoliano, entonces en boga. No es
tampoco, sensu strictu, novela romántica, de romanticismo 1830. No está
impregnada de "mal del siglo", ni sacudida por el energumenismo
pasional"0
Bonet, Carmelo M., Pespuntes críticos,
Cristina Piña en el prólogo de una reciente edición de
“Stella”2011 escribe:
“Resulta una novela fascinante para el lector de hoy que,
además, con más de un siglo de distancia histórica, también puede percibir la
sutil articulación que hace la autora entre la situación del país en pleno
período de modernización y lleno de dudas frente a un proceso cuyos alcances no
distingue con claridad (…) y las relaciones entre hombre y mujer, también
en un proceso de modificación vertiginoso”
Las protagonistas de la
narración son dos jóvenes escandinavas llegadas a Buenos Aires, cuyo padre
acaba de morir, Alejandra y su hermana Stella. Afectada por una grave invalidez
en las piernas, Stella, compromete a la primera a hacerse cargo de ella y a
ambas a buscar protección en casa del tío materno.
De la Barra hace decir a
Alejandra, como adelantando la voz de otras mujeres que vendrán:
“Una persona del género femenino tiene derecho a saber algo más que
Colón descubrió América, tocar piano, cantar, coser y bordar en seda china.”
Y la muestra armando su
biblioteca con libros austeros que leen los hombres. El círculo de sus
amistades la apodará “Alex”, masculinizándole el nombre.
De la Barra recurre además a un
interesante procedimiento narrativo para presentar a ambas hermanas: una carta
que Gustavo Fussler, padre de las jóvenes, escribe al tío materno de las dos
muchachas, encomendándole que cuide de ellas. De este modo, Alex y Stella se
integran en la sociedad porteña.
Repetimos
que no se puede dejar de destacar además la rica, lúcida, completa y compleja
pintura de costumbres que nos presenta “Stella”, que colabora junto al argumento con el éxito arrollador
que tuvo. El
hipódromo de Palermo, las grandes fiestas donde los miembros de la sociedad
despliegan y derrochan lujo, están narrados no con gran estilo, pero sí con
fuerza y conocimiento.
La
sociedad porteña sin duda se vio reflejada en ella, descripta por la mirada
distante de la extranjera, lugar en el que se ubica la narradora protagonista.
Capítulo II (frag.)
Hasta
hace algún, tiempo la parte norte de Buenos Aires
concluía
en la plaza San Martín. De allí a Palermo —el Bois—,un largo intervalo
despoblado donde hoy se levanta la ciudad nueva, linda, alegre, suntuosa.
Una
doble cadena de construcciones, hermosas sin carácter, extiéndese a un lado y a
otro, entra al gran paseo, el cual, abrochándose a ella como un inmenso eslabón
la deja prolongarse hasta Belgrano...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario