FLUYENTE: los versos (cada lìnea del poema) van sucedièndose uno debajo de otro sin interrupciòn. Asì la lectura se va dando sucesiva, los sentidos fluyen y los ùnicos breves silencios estàn marcados por signos de puntuaciòn o cortes de verso.
Leelo en voz alta, escucha el ritmo que va dando tu voz,
Cantos a
Berenice (Olga Orozco, Argentina . La Pampa 1920-Buenos Aires 1999)
II
No estabas en mi umbral
ni yo salí a buscarte para colmar los
huecos que fragua la nostalgia
y que presagian niños o animales hechos
con la sustancia de la frustración.
Viniste paso a paso por los aires,
pequeña equilibrista en el tablón
flotante sobre un foso de lobos
enmascarado por los andrajos radiantes
de febrero.
Venías condensándote desde la
encandilada transparencia,
probándote otros cuerpos como fantasmas
al revés,
como anticipaciones de tu eléctrica
envoltura
-el erizo de niebla,
el globo de lustrosos vilanos
encendidos,
la piedra imán que absorbe su fatal
alimento,
la ráfaga emplumada que gira y se
detiene alrededor de un ascua,
en torno de un temblor-.
Y ya habías aparecido en este mundo,
intacta en tu negrura inmaculada desde
la cara hasta la cola,
más prodigiosa aún que el gato de
Cheshire,
con tu porción de vida como una perla roja brillando entre los dientes.
ENCUENTRO (Marìa Amelia Diaz de"La dama de noche y otras sombras")
Las caderas hacen su juego,
un balanceo de barcas sobre el mar hambriento,
a la hora en que la marea quema en mercurio las orillas.
Después, en la desolación de lo profundo,
gime el huracán caldeado por el viento
las promesas de unos labios que comieron la bruma
ardiendo en medio del océano.
La miel de la carne
soplará un sueño de estrellas fugaces,
y sobre el desdén de las olas
huirá la aurora sobre cielos estallados de verano.
¿A qué hablar mientras la espuma
pone lumbre en nuestras vértebras
y los momentos corren como pájaros
sobre las recientes huellas en la arena,
y llenan de magnolias esas islas
desde donde zarpan, entre olas,
hacia el delgado país del futuro,
las últimas formas melodiosas
donde duerme el deseo.
ENCUENTRO (Marìa Amelia Diaz de"La dama de noche y otras sombras")
Las caderas hacen su juego,
un balanceo de barcas sobre el mar hambriento,
a la hora en que la marea quema en mercurio las orillas.
Después, en la desolación de lo profundo,
gime el huracán caldeado por el viento
las promesas de unos labios que comieron la bruma
ardiendo en medio del océano.
La miel de la carne
soplará un sueño de estrellas fugaces,
y sobre el desdén de las olas
huirá la aurora sobre cielos estallados de verano.
¿A qué hablar mientras la espuma
pone lumbre en nuestras vértebras
y los momentos corren como pájaros
sobre las recientes huellas en la arena,
y llenan de magnolias esas islas
desde donde zarpan, entre olas,
hacia el delgado país del futuro,
las últimas formas melodiosas
donde duerme el deseo.