Cómo escribir poesía
by on sep 16, 2015
Por Leonard Cohen
Por ejemplo la
palabra mariposa. Para usar esta palabra no hace falta aligerar la voz, ni
dotarla de pequeñas alas empolvadas, ni inventar un día soleado o un campo de
narcisos, ni estar enamorado, ni estar enamorado de las mariposas. La palabra
mariposa no es una mariposa de verdad. Está la palabra y está la mariposa. La
gente tendrá todo el derecho a reírse de ti si confundes estos dos conceptos.
No le des tanta importancia a la palabra. ¿Qué quieres transmitir, que amas a
las mariposas con más perfección que nadie o que entiendes realmente su
naturaleza? La palabra mariposa no es más que un dato. No te da pie a
revolotear, elevarte, proteger las flores, simbolizar la belleza y la
fragilidad o interpretar de alguna forma a una mariposa. No representes las palabras.
No representes nunca las palabras. No intentes nunca despegar del suelo cuando
hables de volar, ni gires la cabeza y cierres los ojos cuando hables de la
muerte. No me mires con ojos ardientes cuando hables del amor. Si quieres
impresionarme al hablar del amor, métete la mano en el bolsillo o debajo del
vestido y acaríciate. Si tu ambición y tu hambre de aplausos te han llevado a
hablar del amor, debes aprender a hacerlo sin desacreditarte a ti mismo ni lo
que dices.
¿Qué expresión
podría definir a nuestra época? Nuestra época no tolera expresión alguna. Todos
hemos visto fotografías de madres asiáticas desoladas, así que no nos interesa
la agonía de tus órganos achacosos. Nada de lo que puedas expresar con tu cara
tiene parangón con el horror de nuestro tiempo. No lo intentes siquiera. Sólo
merecerías el desprecio de los que han sido tocados en lo más hondo. Todos
hemos visto telediarios con seres humanos embargados por el dolor y la desazón.
Todos sabemos que comes como Dios manda y que hasta te pagan para que te subas
a un escenario. Estás tocando para gente que ha vivido catástrofes, así que
tranquilízate. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Todos
sabemos que sufres. No puedes contarle al público todo lo que sabes del amor en
cada verso de amor que digas. Hazte a un lado: la gente sabrá lo que tú sabes
porque ya lo sabía. No tienes nada que enseñarles. No eres más hermoso que
ellos. Ni más sabio. No les grites. No fuerces una entrada en seco. Eso es sexo
mal practicado. Si muestras el contorno de tus genitales, entrega lo que
prometes. Y recuerda que, en el fondo, la gente no quiere acróbatas en la cama.
¿Qué necesitamos?
Estar cerca del hombre natural, estar cerca de la mujer natural. No quieras ser
un cantante venerado por un público numeroso y leal que desde siempre ha
seguido los altibajos de tu carrera. Las bombas, lanzallamas y demás mierdas
han destruido algo más que árboles y poblados. También han destruido los
escenarios. ¿Acaso creías que tu profesión iba a escapar de la destrucción
general? Ya no hay escenarios. Ya no hay candilejas. Estás entre la gente, por
tanto sé modesto. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un lado.
Quédate solo. Quédate en tu habitación. No montes un número.
Se trata de un
paisaje interior. Está dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos
pues fueron escritos en silencio. La valentía de la interpretación es decirlos,
la disciplina de la interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta
tu amor por la intimidad aunque ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no
es un eslogan. No puede promocionarte. No puede fomentar tu reputación de
sensible. No eres un semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gánster
del amor y tanta tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las
palabras. Las palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no nos
queda más que tu ambición.
Di las palabras con
la precisión exacta con que comprobarías la ropa de tu colada. No te conmuevas
con una blusa de encaje. Unas braguitas no tienen por qué ponértela dura. No
tiembles al ver una toalla. Las sábanas no han de dibujar una expresión de
ensueño alrededor de tus ojos. No hace falta que llores en el pañuelo. Los
calcetines no están ahí para evocarte extraños y lejanos viajes. No es más que
tu colada. No es más que tu ropa. No seas un mirón escudriñando a través de
ella. Limítate a llevarla puesta.
El poema es mera
información. Es la
Constitución de la patria interna. Si lo declamas y lo
hinchas con nobles intenciones, no eres mejor que esos políticos que tanto
desprecias. No haces más que agitar una bandera y llamar patéticamente a la
patriotería emocional. Piensa en las palabras como ciencia, no como arte. Son
un informe. Es como si dieras una conferencia en la Federación de
Montañismo. Las personas que te escuchan conocen todos los riesgos de la
escalada, y te honran dando por sentado que lo sabes. Si se los pasas por la
cara, estás insultando la hospitalidad que te ofrecen. Infórmales de la altitud
de la montaña, describe el equipo que utilizaste, especifica el tipo de
superficie y fija el tiempo que duró la escalada. No busques dejar al público
boquiabierto. Si el público se queda boquiabierto, no será debido a tu
apreciación de los hechos, sino a la suya. Tu mérito estará en la estadística y
no en las inflexiones de tu voz ni en los ademanes enérgicos de tus manos.
Estará en los datos y en la tranquila organización de tu presencia.
Evita las
florituras. No temas ser débil. No te avergüences de estar cansado. Tienes buen
aspecto cuando estás cansado. Parece como si pudieras seguir y seguir sin
parar.
Y ahora ven a mis
brazos. Eres la imagen de mi belleza.
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