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5/12/2020

Taller de Poesìa- Què es la POESÌA EN PROSA

Poesía y Prosa. Escribir con amigos. | redalh

Ante todo debemos diferenciar la poesìa en prosa de la prosa poètica. Esta ùltima pertenece al gènero  narrativo, por lo tanto "nos cuenta algo" agregando algunos elementos poèticos (metàforas, comparacciones, imàgenes etc)  De  hecho la prosa poética puede estar integrada en un microrelato o en un cuento El mejor ejemplo de prosa poètica es
"Platero y yo" del español Juan Ramòn Jimenez:

Se conoce como poesìa en prosa a la obra que presenta los mismos elementos que un poema tradicional  (hablante lírico, actitud lírica, tema y objeto) remitiendo básicamente a este predomino artístico pero espacializado en la hoja en formato prosa, o sea de renglòn a renglòn. 
Escribir poesìa en prosa no se trata sin embargo de pasar un poema en verso al formato de prosa. La prosa le aporta a lo poètico una nueva gama de recursos: combinaciones de tiempos, flash back, flasforwar, flash sideway, accionas, personajes, descripciones, agrega tintes de ficciòn etc.
Debemos recordar que al carecer de rima, medida y corte de verso, el ritmo de los poemas en prosa se basa en el ritmo del lenguaje hablado, indicado por los signos de puntuaciòn, repeticiones, aliteraciones etc.
Este gènero tan transitado por los poetas actuales, se remonta al libro fundador del poema en prosa en Francia "Gaspar de la noche. Fantasías a la manera de Rembrandt y de Callot", obra póstuma de Aloysius Bertrand, Caído en el olvido, será Baudelaire quién redescubra el libro de Bertrand, del que se inspira para su colección de "Pequeños poemas en prosa", mejor conocido por su subtítulo de "Spleen en París"


EJEMPLOS:


La desesperación de la vieja 
 Charles Baudelaire
     La viejecilla arrugada sentíase llena de regocijo al ver a la linda criatura festejada por todos, a quien todos querían agradar; aquel lindo ser tan frágil como ella, viejecita, y como ella también sin dientes ni cabellos.
     Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables.
     Pero el niño, espantado, forcejeaba al acariciarlo la pobre mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos.

     Entonces la viejecilla se retiró a su soledad eterna, y lloraba en un rincón, diciendo: «¡Ay! Ya pasó para nosotras, hembras viejas, desventuradas, el tiempo de agradar aun a los inocentes; ¡y hasta causamos horror a los niños pequeños cuando vamos a darles cariño!»



Ciudad. El vaho de la tarde cubre las calles, los edificios donde se oculta el cielo. Encima de los toldos, sobre los contenedores, sobre el puerto donde duermen amarrados a la herrumbre barcos olvidados por sus marineros. Sobre la fuente que tararea vestida de moho, sobre las estatuas donde la carne se permuta en piedra, sobre el chiquilín que pide y el mendigo que guarda sus costras con harapos. Sobre las mujeres y los hombres que regresan de oficinas repetidas.

La ciudad, de espaldas al río, desciende encasquetada de sombra. Y los borra.
Marìa Amelia Diaz


Afuera
Ella camina en la casa de la memoria. Va ordenando las habitaciones, cambiando los objetos de lugar, cerrando las cortinas de un salón donde todos los soles eran hirientes. Cuando nada se mueve del lugar que las manos le asignan, ella cierra las puertas con dulzura, sale al espacio exterior de la noche baldía y aúlla mirando a la luna, en el jardín que borran las malezas, temblando.  Marìa Rosa Lojo

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